Gara-Naiz: , Gustavo Duch, 20 de octubre de 2012
Lo
hemos dicho en otras ocasiones, la agricultura impuesta en los últimos
años, la podemos llamar industrial, intensiva,… pero el apellido que
nunca debería faltar es: capitalista. Agricultura capitalista. Veamos
por qué:
El
capitalismo busca la acumulación incesante de capitales y para ello
privatiza todos los bienes a su alcance. En ésta agricultura, las
tierras, un bien de todas y todos, siempre tiene amos, señores y
señoritos. Igual pasa con las semillas, convencionales o transgénicas,
que se engendran con un código de barras; e incluso con el agua de riego
que se compra, se vende, en definitiva: se acapara.
El
afán de lucro, propio del capitalismo, depende del crecimiento
perpetuo, y eso en la agricultura actual se traduce en una obsesión por
producir más y más. Pueden decir que es para paliar el hambre pero lo
cierto es que responde al ansia de llenarse los bolsillos de dinero. Y
si el productivismo sólo es posible con la explotación de personas
–mujeres mayoritariamente- o del Planeta –mujer- y sus recursos
naturales, eso no representará ningún problema. El objetivo final,
enriquecerse, vale la pena, dice la agroindustria repitiendo letra a
letra el discurso capitalista.
Y
desde luego, la expansión del poder del capital lleva a que todas las
mercancías crucen cualquier frontera, si eso es lucrativo. Y obediente a
las reglas de juego, la agricultura está globalizadísima, dedicándose
países enteritos a cultivar materias primas que darán vueltas por el
planeta como cualquier satélite pero nunca aterrizarán en las bocas que
las cosecharon.
Por
último -lo vemos en las últimas décadas- el poder capitalista no se
conforma con hacer de la alimentación una mercancía y la ha convertido
en una moneda acuñada con la que se especula todo lo que se puede y más.
Es
frente a esta agricultura responsable de hambre, contaminación,
explotación y pobreza que los próximos días 26, 27 y 28 en Gernika
hombres y mujeres de todo el estado estaremos reunidos para avanzar en
la propuesta que hace unos quince años nació con el propósito de ‘liberar a la agricultura del capitalismo’: la Soberanía Alimentaria.
Pues
Soberanía Alimentaria, que es una estrategia para combatir el hambre de
tantísimas gentes campesinas y rurales; que es una nueva forma de
producir en mímesis con la naturaleza y con las sabidurías campesinas;
que es un ejercicio de alianza entre productor y consumidor; que es el
derecho de las y los campesinos a controlar la agricultura… es,
sobretodo, una pieza central de un puzzle revolucionario para
transformar el mundo.
Sí,
en Gernika, compartiremos muchas y pequeñas aventuras que son espacios
de Soberanía Alimentaria y por lo tanto, revolucionarios,
transformadores. Observaremos experiencias donde el beneficio económico
no es un valor ni un interés; nos contarán que fuera de los Mercados se
vive mejor; degustaremos que la colaboración y la afectividad produce
los mejores alimentos…, es decir, espacios que cada uno de ellos
desnudan la maldad de un modelo en evidente crisis y que sabemos vamos a
superar.
Es pura geometría: para cambiar estos tiempos, se trata de construir nuevos espacios.
Son
matemáticas exactas: en la medida que tengamos más granjas
agroecológicas, mercados campesinos, cooperativas de consumo, compra
directa, huertos urbanos, etc.más grietas abriremos en el muro donde nos mantienen secuestrados.
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