"Nunca dudes que un pequeño grupo de personas pueda cambiar la historia, de hecho , siempre ha sido así"

jueves, 25 de octubre de 2012

UN FORO, UNA REVOLUCIÓN


Gara-Naiz: , Gustavo Duch, 20 de octubre de 2012
Lo hemos dicho en otras ocasiones, la agricultura impuesta en los últimos años, la podemos llamar industrial, intensiva,… pero el apellido que nunca debería faltar es: capitalista. Agricultura capitalista. Veamos por qué:
El capitalismo busca la acumulación incesante de capitales y para ello privatiza todos los bienes a su alcance. En ésta agricultura, las tierras, un bien de todas y todos, siempre tiene amos, señores y señoritos. Igual pasa con las semillas, convencionales o transgénicas, que se engendran con un código de barras; e incluso con el agua de riego que se compra, se vende, en definitiva: se acapara.
El afán de lucro, propio del capitalismo, depende del crecimiento perpetuo, y eso en la agricultura actual se traduce en una obsesión por producir más y más. Pueden decir que es para paliar el hambre pero lo cierto es que responde al ansia de llenarse los bolsillos de dinero. Y si el productivismo sólo es posible con la explotación de personas –mujeres mayoritariamente- o del Planeta –mujer- y sus recursos naturales, eso no representará ningún problema. El objetivo final, enriquecerse, vale la pena, dice la agroindustria repitiendo letra a letra el discurso capitalista.
Y desde luego, la expansión del poder del capital lleva a que todas las mercancías crucen cualquier frontera, si eso es lucrativo. Y obediente a las reglas de juego, la agricultura está globalizadísima, dedicándose países enteritos a cultivar materias primas que darán vueltas por el planeta como cualquier satélite pero nunca aterrizarán en las bocas que las cosecharon.
Por último -lo vemos en las últimas décadas- el poder capitalista no se conforma con hacer de la alimentación una mercancía y la ha convertido en una moneda acuñada con la que se especula todo lo que se puede y más.
Es frente a esta agricultura responsable de hambre, contaminación, explotación y pobreza que los próximos días 26, 27 y 28 en Gernika hombres y mujeres de todo el estado estaremos reunidos para avanzar en la propuesta que hace unos quince años nació con el propósito de ‘liberar a la agricultura del capitalismo’: la Soberanía Alimentaria.
Pues Soberanía Alimentaria, que es una estrategia para combatir el hambre de tantísimas gentes campesinas y rurales; que es una nueva forma de producir en mímesis con la naturaleza y con las sabidurías campesinas; que es un ejercicio de alianza entre productor y consumidor; que es el derecho de las y los campesinos a controlar la agricultura… es, sobretodo, una pieza central de un puzzle revolucionario para transformar el mundo.
Sí, en Gernika, compartiremos muchas y pequeñas aventuras que son espacios de Soberanía Alimentaria y por lo tanto, revolucionarios, transformadores. Observaremos experiencias donde el beneficio económico no es un valor ni un interés;  nos contarán que fuera de los Mercados se vive mejor; degustaremos que la colaboración y la afectividad produce los mejores alimentos…, es decir, espacios que cada uno de ellos desnudan la maldad de un modelo en evidente crisis y que sabemos vamos a superar.
Es pura geometría: para cambiar estos tiempos, se trata de construir nuevos espacios.
Son matemáticas exactas: en la medida que tengamos más granjas agroecológicas, mercados campesinos, cooperativas de consumo, compra directa, huertos urbanos, etc.más grietas abriremos en el muro donde nos mantienen secuestrados.

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